¿Cómo le hacen esas personas que cumplen sus metas y, aparte, lo hacen con una sonrisa a lo largo del camino? Una de las mejores maneras de conseguirlo es cortando tu meta en micro metas. Es decir, si quieres subir el Everest, debes de pensar en cuántos kilómetros son en total y cuántos tienes que caminar a diario.
Esta técnica se enfoca en nunca detenerte y escoger metas diarias cortas.
- Si quieres leer más libros: comienza por leer diez páginas al día.
- Si quieres mejorar tu salud: comienza por hacer veinte minutos de ejercicio al día.
- Si quieres pintar un mural: comienza por dibujar en una hoja y terminar tu creación.
Nunca dejes de trabajar por lo que quieres, ese es el secreto. A continuación, te compartimos otros consejos súper útiles para que dejes de posponer lo que tanto te importa e interesa.
Cómo cumplir tus metas
- Define un propósito alcanzable
De muy poco nos va a servir intentar convertirnos en maratonistas de un día para otro o sumergirnos demasiados metros buceando cuando nunca hemos tenido determinada preparación. Con esto no queremos decir que no puedas proponer algo muy grande, sino que de nueva cuenta debe ser dosificado y gradual. Así que puedes comenzar con certificarte en buceo o con caminar o recorrer determinados kilómetros en determinado tiempo. Tu propósito debe ser especificado y aclarado para que sepas exactamente qué quieres conseguir.
- Encuentra una meta que sea de tu interés
Aunque muchos retos nos llaman la atención y son atractivos, quizás varios de ellos no te interesen genuinamente. Para comprobar esto pregúntate a ti mismo cómo te sentirías siendo alguien que cumple con esa meta. Por ejemplo: escribir más de 3 libros al año, estrenar un auto cada dos años. Cuestiónate y sé sinceró para que encuentres algo que de verdad llame tu interés, si no es así muy difícilmente lo vas a conseguir.
- Tienes que contar con el tiempo y la disposición para cumplir tu propósito
Esto es fundamental, ya que si no tienes ni la disposición ni el tiempo te vas a frustrar, porque no lograrás lo que te propones. Por lo tanto, si es una meta muy grande y no tienes el tiempo intenta achicarla para que, con las horas que sí tienes en el día, lo puedas lograr. La disposición no solo significa la actitud y las ganas. También tiene que ver con tus medios y tus herramientas. Analízalas antes de escoger tu propósito.
- No seas excesivo
De nueva cuenta, el propósito que vas a escoger no puede acabar con tu energía. También revisa que no te estés proponiendo muchas cosas al mismo tiempo. Enfócate en algo y ve por ello, pero sin perder tu batería.
- Busca algo que repercuta favorablemente en los demás.
Si tú notas que tu propósito no solo funciona para ti, sino también para los otros, con más ganas lo vas a llevar a cabo. Tu propósito tiene que ser una buena acción que mejore a corto, mediano o largo plazo la realidad de los demás. Conste que no tiene que ser algo que cambie el mundo, pero sí algo beneficioso para tu familia y tus amigos.
- Mídelo
Sin una métrica adecuada, ¿cómo podrías saber qué tanto estás avanzando en tu propósito? La propuesta es que encuentres una herramienta de cualquier tipo para que identifiques y registres tu progreso.
- Comprométete
Si ya lo has intentado varias veces y ves que es complicado, la solución es que encuentres a un socio en este proyecto. Puede ser un amigo, un familiar o un conocido que quiere alcanzar lo mismo que tú. Si lo hacen entre dos personas va a ser mucho más fácil y se reduce considerablemente el porcentaje de error o de renuncia.
No te quiebres, no lo abandones. Piensa bien en tu reto antes de comprometerte con él. Si no te llena lo suficiente, escoge otro. No se trata de convertirnos en seres llenos de metas por alcanzar, sino convertirnos en alguien con una dirección y un rumbo fijo.
Ya sea que escojas una montaña o una cordillera, recuerda que tiene que ser algo que disfrutes y que te haga sentir muchísimo mejor.
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